viernes, 10 de abril de 2009

La Estrategia de Dios



No hay modelo que se pueda establecer sin unción. La estrategia de Dios para alcanzar al perdido ha sido los milagros. Igual necesita un milagro un rico que un pobre. Los milagros no existen sin unción. Y no verás la unción operar sin fe en su Palabra.


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Una iglesia de creyentes

En Hechos capitulo 3 leemos la historia cuando los apóstoles Pedro y Juan sanaron a un cojo de nacimiento que llevaba cuarenta años de pedir limosna en la puerta del templo. Éste, al ver a los discípulos, les pidió que le dieran dinero. Ellos, mirándolo, contestaron: "No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda." En ese momento el cojo comenzó a saltar sano. Pedro declaró que no era su poder o piedad que lo había sanado, sino la fe en el nombre del Señor Jesucristo.

Como cristianos muchas veces nos afanamos por estudiar y conocer, y esto es bueno, siempre y cuando no deje a un lado la fe. Si nosotros queremos tener iglesias de estudiantes, lo podemos hacer, pero el Señor está esperando iglesias de creyentes. Ignoro a que viniste a este seminario, si a estudiar o a creer. Hay una tendencia a estudiantes y no a creyentes en nuestras iglesias. "Estudiamos" la Palabra, sus significados y raíces en el idioma original, pero pocos la creen. La Iglesia debe volver a ser creyente, a creer en el nombre de nuestro Señor Jesucristo y en el poder del Espíritu Santo.

Entre más les enseñamos a las iglesias a creer, a confiar en el nombre de Jesús, más cosas van a suceder. Debemos educar a la gente a creer en El y a representar su santo Nombre. Cuando el Señor dice: “impón las manos a los enfermos”, el espera que lo hagamos con la autoridad de la persona en nombre de quien oramos, es decir, con la autoridad del Señor Jesús. Es como que Jesús mismo lo diga en ti. No es mencionar solamente el nombre de Jesús lo que hará que alguien sea sano, es actuar en su nombre, en su representación. Es muy diferente. Si vas a tener unción y a ministrar bajo la misma, tienes que estar seguro de quién eres en Cristo. La falsa humildad no sirve de nada.

¿Crees en el ministerio de sanidad divina? Yo no. ¿Dónde dice que lo hay? Yo creo en el mandato a todo cristiano de sanar enfermos. ¿No está usted bajo órdenes de su Señor? Jesús dijo: “Vayan y sanen enfermos”. Eso es una orden. Voy a trabajar en mi vida para ver una generación que no se irá de un lugar hasta que todo enfermo sea sano.

Cuando me paro en la plataforma en una cruzada, frente a esa multitud que espera recibir un milagro, creo que en su nombre yo puedo sanarlos ¿Qué tiene de malo creer que tú mismo puedes sanar enfermos? Sin El no podemos hacer nada, pero con El lo podemos hacerlo todo. En El haremos proezas, dice la Biblia. ¿Quién mató al gigante? ¿Fue acaso Dios o David? Fue David en Su Nombre ¿Acaso nos llamó Dios para que siempre le estemos pidiendo a El que hacer o nos dio órdenes para cumplirlas? Pero nuestras oraciones son la mayoría de veces enfocadas a pedirle que El haga lo que nosotros somos responsables de hacer.

Como pastor o ministro, ¿eres tú quien le dice a Dios que hacer en tu iglesia? El Señor es quien da las órdenes y yo quien debo cumplirlas. La diferencia entre muchos y yo es que yo me animo a hacerlas. Eso es morir a uno mismo. Cuando no te importa tu ego, lo que la gente diga o el nombre que tienes; sino lo que importa es exaltar el nombre de Jesús por encima de nosotros.

Es la fe en Jesús la que hace las cosas. Pastores, guiemos a la gente a creerle a Dios, a creer en su santa Palabra, no en nuestros sentimientos, ni nuestras emociones. Eso ha creado una atmósfera de poca fe y mucho sentir. Tenemos que volver a nuestras raíces, las de la fe.

Administrando la unción

Si vamos a Hechos 5 leeremos la historia de Ananías y Zafira, quienes se quedaron con una parte del precio de la ofrenda que iban a dar y cuando les preguntaron, mintieron. El mayor problema es la mentira que hicieron al Espíritu Santo. Por eso murieron. Cuando un apóstol pregunta algo, es delicado lo que vas contestar.

Mira cómo la unción hizo que tomada una decisión Pedro, alguien sanara, y echa una pregunta, alguien muriera. Ahora si vas a Hechos capítulo 8 y lees la historia de Simón el mago, quien ofreció dinero por la unción, verás que en esta oportunidad que las palabras de Pedro no se cumplieron. El dijo que Simón perecería con su dinero, pero el no murió en ese instante como Ananías y Zafira.

Pedro tuvo que aprender a administrar la unción. Di conmigo: “la unción se administra”. Somos administradores de los misterios de Dios y de su poder. Hay misterios que sabes, pero no necesariamente los tienes que compartir. Hay que saber dónde, para qué, cuándo; es decir, saber administrar la unción. El Señor tiene siete espíritus, no sólo el de poder. Pero la gente sólo quiere la unción. Tienes que tener esos espíritus de Dios ministrando tu vida para que seas sabio, temeroso de Dios, inteligente. Muchas personas toman la unción, y se olvidan de la inteligencia. Y la iglesia en vez de crecer, la parten como en 15 pedazos. Necesitamos la sabiduría para administrar la unción. Di conmigo: “hazme sabio”.

El que anda con sabios, sabio será. Necesitamos incluso saber escoger nuestras amistades y quién es nuestra autoridades. Tenemos que ser muy mansos como la paloma, y muy sagaces como la serpiente. “Oh, simples, hasta cuándo dejarás la simpleza”, dice la Palabra. La simpleza no sirve, la sencillez sí. Debes buscar sabiduría de los sabios en cada área en donde vas a meterte. Trabaja con sabios y expertos. Yo no soy tan sabio como algunos creen, lo único que he hecho es saber escoger a los sabios para cada área en la que voy a hacer algo y reconocer la pericia que hay en las manos de otras personas. El CIEM no existiría sin haber escogido a Edgar Marroquin; ni los congresos, sin escoger a los pastores que los organizan; ni las cruzadas, sin el equipo que las hace. Hay que saber escoger y dejar que ellos escojan. Vas a tener tanta fuerza como las fuerzas que unas en el ministerio. Tus doce son la clave o el clavo. No tienes que apresurarte a escogerlos. Tienes que escoger un equipo que te provea el oxígeno que te lleve a donde Dios quiere que llegues. La gente que escala el Everest tiene un equipo detrás de ellos. Debemos aprender a reconocer que necesitamos la sabiduría de Dios que está en las demás personas.

La amargura de Simón el Mago

Quiero ir a un tema muy delicado, al de Simón el mago, que encontramos en Hechos 8. Dice que el evangelio era predicado en otras ciudades y que muchos se convirtieron. Los apóstoles, cuando escucharon esto en Jerusalén, enviaron a Pedro y Juan para ver lo que sucedía, quienes al verlo, se gozaron e impusieron manos para que recibieran el Espíritu Santo. Uno de los que se habían convertido era Simón el Mago, un hombre importante en Samaria a quienes todos admiraban y escuchaban.

El creyó, se bautizó y comenzó a servir junto con los discípulos. Estaba maravillado al ver que cuando los apóstoles imponían manos la gente recibía el Espíritu Santo, así que ofreció dinero para que le dieran a él ese poder. Lo que recibió fue una reprensión de Pedro: “Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero. No tienes tú parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto delante de Dios. Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios, si quizás te sea perdonado el pensamiento de tu corazón; porque en hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás.”

Pon atención al hecho que la Biblia dice que Simón tenía amargura en su corazón. ¿Cómo así? ¿De dónde vino esa amargura? ¿Alguien le ofendió en algún momento? ¿Alguien le rechazó para que estuviese así? No, nadie le había hecho algún daño. Su amargura venía de que antes de que llegaran los apóstoles el era un hombre a quien todo el mundo escuchaba y ahora seguían a los apóstoles. El había perdido la admiración del pueblo de Samaria, pues estaban maravillados con el evangelio que recibieron. Su problema no fue ofrecer dinero, sino la raíz por lo cual lo hizo. El no estaba buscando la unción para que la gente fuera bendecida sino para volver a ser grande e importante. El ya no era más el famoso en la ciudad, ya no lo escuchaban a él. Ahora eran los apóstoles. Lo que uno pierde lo puede amargar.

No me cabe la menor duda, por simple regla de promedios, que bajo este techo hay gente amargada porque no tiene la iglesia que otros tienen otros, porque no los reconocen como a otros o porque su iglesia era grande y se la dividieron. Y ahora quieren la unción y el modelo, pero ¿Por qué motivo será? ¿Por qué has venido al CIEM? ¿Por qué quieres el Modelo? ¿Para ser grande? ¿Para que la iglesia crezca? ¿Para recuperar la fama y la importancia que has perdido? El corazón es muy engañoso y no sé qué hay en el tuyo, pero si estás cometiendo ese tipo de pecado, este es el momento de parar antes de continuar el CIEM.

¿Quieres convertirte en un mago ungido, que de alguna manera tiene que encontrar algo que haga que la gente esté contigo, porque quizás has perdido gente, se ha divido la iglesia o tienes menos personas? Pero puedes decirle hoy al Señor: “Perdóname, estoy a tiempo de arreglar mi vida y la de la iglesia que presido”.

Yo lo he visto en otras ocasiones. Ahora ya tienen una iglesia grande, pero no le comparten a nadie el Modelo. Satisficieron su necesidad, pero no ayudan a nadie más. Nosotros ayudamos a los que quieren ayudar a otros. Queremos que tú salgas adelante, pero que lo hagas con el corazón correcto. No nos tienes que devolvernos nada, ve y hazlo con alguien más.

La gente quiere la fachada, el glamour del ministerio. Eso es un engaño. Pero eso no es lo que en este ministerio existe; es lo que algunos miran, pero no lo que verdaderamente somos. Quiero poder transmitirles el espíritu correcto para manejar la unción. No te puedo garantizar que tu iglesia será grande si tomas el modelo, eso depende de la persona que la preside. Pero puedo llevarte a tener los motivos correctos para buscar la unción de Dios.

¿Qué vas hacer con la unción que Dios te va a dar? ¿Hacerte grande? ¿O servir a los demás? El Modelo de Jesús no funciona sin que tú busques bendecir a alguien más. Es un modelo en donde la cabeza sirve a otro para que éste sirva a los demás. No es quién se sirve de otros, sino a quién sirvo yo. El Modelo no es para decirles que ustedes no pueden ser más grandes, sino para decirles que pueden ser mayores de lo que son.

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